Hablar del Línea Uno es hablar de Aleix Perarnau lo cual me resulta aburridísimo porque lo que yo quiero es hablar de mí mismo. Y de la primera vez que pisé aquel bar para sustituir a un cantautor accidentado.
Hace tiempo, bueno, era otro siglo. Tal fue la conmoción de Aleix tras mi concierto que me contrató como barman para que el micrófono me quedara lejos. Podéis preguntarle acerca de la verdadera razón del porqué de mi incorporación al lado incorrecto de la barra y os dirá sin dudar “la desesperación”.
Desde entonces, primero cobrando en pesetas, luego en Euros y al final en extensiones de tierra y petróleo, trabajé discontinuamente hasta hace un par de años en el bar. Creo que secretamente lo que él quería era cambiar su vida por la mía, y que por eso me puso a currar y él se dedicó a componer. Vamos, suyo es el célebre “No tenéis casa o qué” una obra de apenas unos cuatro segundos que son la ópera prima de otras tantas que le sucedieron. Creo que fue en alguna de sus múltiples bodas donde aprendió el asombroso arte de aguantarnos a todos, algo que le granjeaba la admiración de los parroquianos hasta que se descubrió que era una farsa el mismo día que se le desprendieron los tapones de goma de los oídos debido a la acumulación de calor producida por una combustión espontánea en el dobladillo de su propio pantalón tras un rato diciendo ”creo que huele a quemado por aquí”.
Todo eso es cierto, aunque algún día habrá que desmentir que Aleix Perarnau salió arrastrándose para no tener que subir la persiana cantando una extraña versión titulada “Astorga patria querida” o su famoso solo de porrón durante una actuación en el campeonato Mundial de Villancicos. Digo que habrá que desmentirlo no que no haya ocurrido. Da igual dejémoslo en “son cosas…”.
Lo que pasó en el Línea se quedó en el Línea y no voy a contar yo las proezas culturales que le he visto acometer, las bombas intelectuales que han explotado entre sus cuatro paredes, y ni hablar de canciones, radio, desamores, huidas, regresos, caídas, ascensiones y advenimientos. El que quiera saber que pregunte a los que sabemos lo que sabe la barra del Línea Uno. Esa barra. Esta barra. Esta, porque si cierro los ojos la veo, siempre. Y todo esto que pasó lo hizo su gente, no el tiempo, no la sociedad, ni su época, lo hizo la gente. Y es gente del Línea la que ahora dirige la nave hacia su nueva vida. L’Ateneu Linea Uno. Desde lo más profundo de mi corazón, gracias. Ya sé lo que digo. Gracias. A esa gente que acompañará a Aleix esqueleto y mente de este gigante que ahora duerme.
A veces es un poco enrevesado el camino que se ha de tomar y es con la perspectiva con la que se puede valorar si se hizo bien (mierda, frase de tío viejo). En fin que uno no sabe cómo coño se hace prácticamente nada. Pero el movimiento se demuestra andando y estarse quieto fuera de un ataúd tiene mal diagnóstico.
Y hay algo seguro, conseguiremos proseguir la andadura hacia un mundo mejor donde lo que cambie tenga menos importancia que cambiar el calendario cada año.